miércoles, 29 de octubre de 2008

De la ignominia que se llama Fútbol...

Siempre he sido, y seré un detractor del fútbol como "deporte nacional". Y, que conste, que durante una época de mi vida veía con asiduidad partidos del Real Madrid, iba al campo en alguna ocasión, etc. Pero el día en que el fútbol pasó a ocupar el primer plano de mi entorno (fútbol en la tele, fútbol en la prensa, fútbol en el autobús, fútbol en el metro, etc.) decidí que ya no quería hacer apología de algo que dejaba de ser "ocio" para convertirse en "negocio".

Soy plenamente consciente de que nuestra volatilidad espiritual impone la necesidad de "agarrarnos a algo", aquello que Karl Marx llamó, refiriéndose a la religión, "el opio del pueblo". Los Romanos lo hacían con su "circo" y sus espectáculos de gladiadores. En la Edad Media se hacía con, entre otros, las competiciones de justa. Y hoy en día le toca el turno al fútbol... (o "fúrgol" para los menos duchos en la materia). Por lo tanto, vaya por delante que no critico esa necesidad de "agarrarnos a algo", de ejercer nuestra fé... Critico más bien el negocio en que se ha convertido hoy en día.

No me cabe en la cabeza que unos deportistas que, con todos mis respetos, no trabajan más que unos cuantos días a la semana (sin acercarse en ningún caso a una jornada de 40 horas), ganen 3, 5 o 6 millones de euros al año (recuerdo, que 6 millones de euros son 1000 millones de las antiguas pesetas...). Puedo entender que alguien que pone su vida en peligro, como un piloto de F1, o incluso un torero, que sin ser amante de la Fiesta, entiendo que tiene valor y mérito, obtenga una alta compensación por su sacrificio y temeridad. Pero que por correr detrás de un pelota se llegue a esas cifras, no me cabe en la cabeza. Y, entonces, ¿cómo se debería de compensar a un corredor de fondo que devora 40 kilómetros? ¿a un atleta de triatlón? ¿a un corredor de la Ironman?

La gota que colmó el vaso apareció el otro día cuando en un telediario, vi una serie de pequeñas entrevistas que hacían a aficionados madridistas, a los que preguntaban sobre la "justicia" del nuevo salario del Jugador Sergio Ramos, que pasará en los próximos años a cobrar 6 millones al año. Y la mayoría decía que es un sueldo merecido!!!

Es lo que hay...

Saludos.

2 comentarios:

  1. Es verdad solamente se habla de fútbol´de fútbol y de fútbol..... Te estás comiendo una paella (de tu suegra por ejemlo...) y se habla de fútbol. Te vas apasar un día a la montaña (a la sierra de guadarrama por ejemplo...) y se habla de fútbol. Que te vas a pasar un fin de semana a un pueblo de esos perdidos (por Asturias por ejemplo...) y se habla de fútbol.
    No somos nadie...

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  2. Quizás mi aversión por el futbol se debe a que nací y viví durante unos treinta años a escasos metros del Estadio Mestalla (aclaro que está en Valencia, pues interpreto que los lectores de estos comentarios no son especialmente afines al futbol y sus santuarios).

    Es cierto que la proximidad a un campo de futbol solo puede producir o amantes o detractores: soy de los últimos y no solo por la indecencia de unos salarios disparatados que son exhibidos impúdicamente ante una población cada vez más empobrecida y sin embargo mecenas voluntarios de sus efímeros ídolos. No, no solo por eso.

    También porque ESTE deporte, como si tuviera un alma leprosa, está perdiendo desde hace décadas y a jirones todo lo noble y hermoso que implica la palabra "deportividad". Valores tan preciados como el saber ganar y perder, reconocer la habilidad del adversario y aprender con él, trabajar "en equipo" y tantos otros lugares comunes del deporte de antaño son rara avis en el fútbol de hogaño.

    Y, claro, si los ídolos provisionales y multimillonarios resultan soeces, agresivos, maleducados y afanosos por ser la única estrella del equipo, su público gregario y cautivo no hace más que adquirir los vicios que sus modelos les inculcan partido tras partido. Si la ética es el carácter o modo de ser que vamos construyendo a través de ciertas rutinas y repeticiones aprendidas, me da la sensación que nuestros “galácticos” (el calificativo ya es una declaración de intenciones) están forjando entre sus millones de seguidores un carácter claramente incompatible con una ciudadanía serena, ponderada y racional.

    No obstante, uno no pierde la esperanza de que el mimetismo con otros deportes pujantes (tenis, natación o baloncesto) empiece a revertir esas malas prácticas de violencia, grosería y desafecto (los futbolista de hoy son condottieros vulgarizados) en otras costumbres mucho más civilizadas.

    Fernando Navarro

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