sábado, 29 de septiembre de 2007

Homenaje a Rodrigo Uria Meruendano

Discurso de Homenaje a mi padre, Rodrigo Uría Meruéndano, el día 27 de septiembre de 2007, en la sala 12 del Museo Nacional del Prado.

Altezas Reales, Excelentísimo Sr. Ministro de Cultura, Sr. Presidente del Real Patronato del Museo del Prado, autoridades, amigas, amigos, señoras y señores.

Imagino que les resultara a todos tan extraño como me resulta a mi, no poder ver ni escuchar en este atril, al especial personaje que era mi padre, Rodrigo Uria. Es difícil no añorar su embaucadora simpatía, su oratoria excepcional, su sentido del humor punzante o su implacable inteligencia.

Sin embargo, como no podía ser de otro modo, su despedida de los escenarios se ha producido "a su manera", con intensidad, con rebeldía y dejando en todo momento al respetable, como solía gustarle, absolutamente entregado.

Por ello, quiero expresar el altísimo honor que es para toda nuestra familia, recibir en "su" nombre a titulo póstumo, la Gran Cruz de Isabel la Católica.

No solo tan insigne condecoración nos llena de orgullo por el reconocimiento implícito a una trayectoria de incansable dedicación al mundo del Derecho y al mundo del Arte, sino que resulta además especialmente emotivo recibirla en esta casa, su casa, el Museo del Prado, lugar en el cual me consta que mi padre saboreo muchísimos de los momentos mas felices de su vida.

Por todo ello, y de nuevo en nombre de toda la familia, reitero nuestro mas profundo agradecimiento por este inolvidable homenaje, que sin duda alguna ayudara a perpetuar la memoria de un gran hombre que, si me permiten la licencia, considero francamente irrepetible.

Muchas gracias.

Irrepetible Titiritero

Siento un desgarro seco, como ajeno, como insensible. Es un dolor indoloro, un llanto sin lagrimas, una pena sin duelo. Es un grito mudo, no tengo fuerza para sacar la voz que destape mi tristeza, y esa tristeza me sigue desgarrando.

Poco a poco se resquebraja el espejo de mi alma. Me cuesta verme, solo le veo a el, quien siempre ha dominado todo lo que se reflejaba en ese espejo. Y ahora el espejo no refleja, perdido en el no saber, como un títere sin titiritero.

Quiero que vuelvas, y manejes los hilos, esos hilos que apretaban. Esos hilos que me prestan vida, y con cuya ausencia simplemente, no soy. Estoy, sin ser. Pero que dulce es ahora el ahogo y que amarga sin embargo la libertad. Quiero que vuelvas a tu escenario. El publico espera, callado pero impaciente, a que deleites de nuevo con tus sabias maneras, a que llenes de nuevo sus espejos, a que des vida a esas cuerdas hoy posadas, como adormecidas, en un suelo sin sentido.

Irrepetible titiritero.

jueves, 3 de mayo de 2007

Borrego, que te quiero "Borrego"...

Terminado el maravilloso puente del "1º de Mayo", volvemos, como no puede ser de otra forma, a la rutina...

Sin embargo ayer, regresando de una fugaz pero sabrosa escapada a la playa, sufrimos aquello que en muchas ocasiones he visto en la prensa, pero que hacía años que no sufría en mis propias carnes: el elemento "atasco".

Y es que poco a poco vamos aglomerándonos muchas personas en las grandes urbes. Demasiadas tal vez. La evolución es la esencia del progreso, por mucho que nuevas corrientes se empeñen en demostrar lo contrario en EE.UU. Y por ello, a la par que nosotros crecemos y evolucionamos, nuestras ciudades crecen y evolucionan. Demasiado tal vez.

En Madrid, por poner un ejemplo cercano y vivido, creo con certeza que sí somos demasiados. Tuve la ocasión de palpar la prueba ayer mismo: 8h30 min de incesante atasco para completar una distancia de 600 km (distancia completada días antes, en condiciones normales, en 5h45 min). Coches, coches y coches. Kilómetros de asfalto coronados por coches, coches y más coches. Del "asilvestramiento" del conductor medio en este tipo de situaciones hablaremos en otra ocasión, pues dicho tema bien merece tiempo y paciencia.

Crecemos y evolucionamos, pero seguimos siendo parte de un todo, un todo que podemos llamar "rebaño". Y es que somos borregos, en el más puro sentido de la palabra. Realmente tuve la sensación, inmerso en tamaño atasco, de no ser conductor de mi destino, sino más bien estar sometido a la voluntad del rebaño, adoptando sus movimientos y asimilando sus iniciativas. Te dejas llevar, porque realmente no te queda más remedio.

Hace años, en los puentes o fines de semana largos, uno disfrutaba de la sensación de vacío que transmitían las calles sin coches, las aceras sin peatones, etc. Últimamente esto ya es imposible, pues uno se va con el rebaño, vuelve con el rebaño y mientras tanto convive con el rebaño. Las carreteras se atiborran de gente huidiza, pero las ciudades siguen conservando tropeles y tropeles de borregos, en contraposición a la calma que antaño acarreaban los periodos vacacionales.

Todo ello sin hablar de aeropuertos, estaciones de trenes, etc. que se convierten en improvisados confesionarios de cientos de miles de viajeros que huyen de una urbe, para "vacacionar" en otra semejante...

Si ya lo decía el poema: Verde, que te quiero verde...

Borrego, que te quiero "Borrego"...

viernes, 27 de abril de 2007

Bienvenida

Bienvenido/a...

Hoy, curiosamente, y sin motivo alguno, he decidido crear mi propio "blog", siguiendo las tendencias y las modas por las cuales si no tienes blog o no usas Skype, no estás "in"...

En el fondo, siempre me he considerado, con gran auto crítica, un autentico "freak" de las tecnologías. Por lo tanto, no es tan de extrañar que por fin me haya lanzado a esto de "blogear" como forma de expresión cibernética.

Por lo tanto, a mi mismo como principal artífice, y a todos aquellos que oséis pasear vuestras miradas por estas letras, os regalo mi más sincera y cálida bienvenida, porque, al fin y al cabo, qué sería de todo este circo sin aquello que nos endulza la vida...

Abrazos.